Estoy con el canal a la vista —anunció la voz metálica del copiloto Rodolfo Pourrain a través de la radio como parte de su rutina de vuelo.
—Te espero afuera —fue la respuesta, casi mecánica, de Carlos Pérez, el otro piloto del Lear que coordinaba desde tierra las comunicaciones con el avión.
No se escuchó nada más. Ni en la radio ni en el aire. Solamente el viento que castigaba a Ushuaia aquella tarde del martes 15 de mayo de 1984. Rápidamente Pérez supo que algo no estaba bien. Calculó que por la velocidad y la ubicación debería escucharse el rugido del motor y tampoco tenía respuesta por alguno de los cuatro equipos de radio que tenía el avión. Los cuatro minutos posteriores a la última comunicación, de absoluto silencio, activaron los protocolos para declarar oficialmente a la nave en estado de emergencia.
La aeronave Lear Jet 35, matrícula LV-TDF del Gobierno del Territorio Nacional de la Tierra del Fuego había despegado del aeropuerto de Río Grande a las 16:20. Dieciocho minutos después se produjo la última comunicación radial y 16:42 se declaró la emergencia del vuelo que traía a Ushuaia al gobernador Ramón Alberto Trejo Noel, su esposa, Ofelia Olga Lisa; el ministro de Economía, Fernando Diego García; el ministro de Gobierno Salud Pública y Acción Social, Roberto Luis Campanella; el secretario General de la Gobernación, Guillermo Marcilese; el secretario privado del Gobernador, Ricardo Luis Sica; el asesor en Casa Tierra del Fuego Carlos Alberto Lisa; el funcionario del Instituto Territorial de Vivienda Pedro Alberto Altuna; la asesora de Acción Social Nora Ormiston y el legislador territorial, Ernesto Julio Löffler. El piloto era Mario Marconcini y el copiloto Rodolfo Mario Pourrain, última persona en comunicarse con la torre de control.
El avión impactó contra las aguas del Canal de Beagle. Todos los pasajeros del avión murieron en el acto. Rápidamente la noticia llegó a los medios nacionales y fue título principal durante varios días. El avión de la Gobernación del Territorio Nacional de la Tierra del Fuego se había precipitado a las aguas del canal Beagle y habían muerto todos sus ocupantes, entre ellos el gobernador fueguino. Era una de las mayores tragedias de la aviación nacional.
Pasado el impacto que produjo el accidente se puso en marcha un operativo de búsqueda del avión. Un helicóptero de la Armada, una lancha de Prefectura, personal de la policía del territorio y el sistema de comunicación de Defensa Civil comenzaron rastrillajes en las costas y aguas del canal en medio de un clima adverso, fuertes vientos, nevadas y bajas temperaturas. La primera señal del accidente lo dio el hallazgo de un trozo de un asiento flotando cerca de la costa frente a Playa Larga. Habían pasado poco más de veinticuatro horas desde la desaparición del Lear Jet. Ese era el único indicio del accidente y todo lo demás era incertidumbre.
Recién el sábado 20 de mayo, por una casualidad, comienza a confirmarse el lugar del hundimiento. Mientras levantaba una línea de trampas para centollas entre las islas Casco y Chata, el patrón del barco centollero «Catamarca VI», Gabriel García, advierte que había enganchado un pedazo de aluminio de color naranja y con fuerte olor a combustible. Era la confirmación definitiva de la zona donde el Lear estaba sumergido. A la mañana siguiente comenzó el operativo de búsqueda en la zona. Héctor Monsalve, pescador y buzo experimentado fue el responsable de señalar con exactitud donde estaban los restos del avión.
Todo lo demás es historia que se ha contado ampliamente.
Pasaron 40 años de aquella trágica tarde y aún queda flotando esa sensación de una pérdida mayor que no se puede evaluar porque estaríamos entrando en el terreno de lo contrafáctico. La pregunta que aún sigue flotando es ¿cómo se hubiera desarrollado Tierra del Fuego si no hubiese ocurrido el accidente del Lear Jet? Podemos aventurar respuestas pero nunca sabremos la verdad.
Una de las versiones más firmes señalaba que Trejo Noel había logrado que el presidente Raúl Alfonsín se comprometiera a apoyar algunas modificaciones para profundizar y sostener, con mayor protección legal, la 19.640, impulsar varias obras de importancia para Tierra del Fuego, un nuevo aeropuerto, la pavimentación de la Ruta Nacional 3, la profundización del proceso industrial y el avance en la provincialización del territorio aparecieron en el radar de las versiones.
El único testigo de aquella reunión fue Fernando Diego García, ministro de economía del territorio también fallecido en el accidente.
Entre los objetos rescatados se encontró el portafolio que solía usar Trejo Noel en todos sus viajes desde sus épocas de comerciante. Nunca trascendió si entre esos papeles había algún indicio de la reunión con Alfonsín.
Mayo había comenzado con un acto protocolar sumamente significativo para la vida democrática de la Tierra del Fuego. El martes 1° de mayo Trejo Noel inauguró las primeras sesiones ordinarias de la flamante Legislatura Territorial.
Parecía una enorme contradicción, la política local podía legislar pero no gobernar sin el poder delegado por el presidente. Era la primera vez que un gobernador hacía su informe y proyección de gestión de manera pública.
A la manera de Trejo Noel era el vaso medio lleno, como un primer escalón a la provincia o quedarse dependiendo del poder central. Aquel mediodía sonó una de las sentencias más profundas sobre el sentimiento democrático y republicano que aspiraban todos para estas tierras: «…más allá de cualquier diferencia, solicito la comprensión y colaboración de los que realmente creen en la democracia como único sistema de gobierno para nuestra patria.
De este pedido quedan excluidos en forma absoluta y total los que, desconociendo la realidad que vive la República, son seguidores por vocación de los de siempre y los que, cuando se les ocurre, cortan de un sablazo los tientos que unen al pueblo argentino con la Constitución. Ellos son nuestros enemigos y no están convocados».
Pero también dejó claro que uno de los objetivos de su gobierno era transformar al territorio en provincia y advirtió: «Mal podemos pretender que nos jerarquicen como Estado, si cada uno pretende estar en la conveniencia individual o sectorial. No se puede aspirar a ser provincia si los habitantes de la zona norte estiman que la isla termina en el Paso Garibaldi o si los de Ushuaia no miran más allá de su bahía. Estos antecedentes no pueden concursar en el examen de la provincia.
Si hemos enderezado nuestro timón hacia esa jerarquía debemos emprender ya y definitivamente el vuelo alto y engrandecedor de los orgullosos destinos de grandeza. No perdamos el tiempo ni afanes en la lucha estéril de los mediocres y cortos de vista y oído. Miremos juntos, de una vez por todas, el horizonte limpio de los intereses y escuchemos el consejo de los soñadores de la patria grande». Todas esas ansias de forjar una historia grande para la Tierra del Fuego tuvo un derrumbe trágico dos semanas después cuando el avión de la gobernación se precipitó al Beagle y abrió la puerta a todo lo que había cuestionado Trejo Noel que contaba con un amplio consenso político y social para llevar adelante ese proceso de transformación fueguina.
Escrito: Santiago Reyes.