Robert Prevost, elegido como León XVI, marca un hito al ser el primer pontífice nacido en EE.UU. y profundizar el vínculo con América Latina, heredando el proyecto de Francisco con énfasis en justicia social y diálogo global.
La historia de la Iglesia Católica escribió este jueves un capítulo sin precedentes con la elección del cardenal Robert Francis Prevost Martínez como el nuevo Papa, sucesor de Francisco y primer pontífice nacido enEstados Unidos.
Bajo el nombre de León XVI, su investidura no solo rompe con una tradición centroeuropea y latinoamericana en el solio pontificio, sino que refuerza la línea pastoral de su predecesor: una Iglesia cercana a las periferias, comprometida con los excluidos y abierta a la reforma
institucion al.
El anuncio, tras la fumata blanca en la Capilla Sixtina, culminó un cónclave excepcionalmente breve -24 horas-, reflejando un consenso rápido entre los 123 cardenales electores. Desde el balcón de San Pedro, el nuevo Papa, vestido de blanco, saludó en español, italiano e inglés a una plaza abarrotada, evocando su formación agustiniana y
agradeciendo «al pueblo fiel» que lo acompañó en su labor misionera.
«Soy hijo de San Agustín», declaró, en un guiño a su orden religiosa y a su visión de comunidad.
Nacido en Chicago en 1955, de madre española y padre franco-italiano, Prevost encarna un perfil global. Su ingreso a los agustinos a los 18 años y su ordenación en 1982 marcaron el inicio de una trayectoria ligada a América Latina.
En 1985, se trasladó a Perú, donde trabajó por más de una década en regiones empobrecidas como Apurímac y Trujillo. «Allí aprendí que la Iglesia debe caminar con los pobres», afirmó en su primer discurso, recordando su época como canciller en Chulucanas.
Su dominio de seis idiomas -incluyendo español y portugués- y su especialización en misión intercultural (con estudios en Matemáticas,
Teología y Derecho Canónico) lo perfilan como un puente entre continentes. «No es un teórico: conoce la realidad de las parroquias más humildes», destacó un colaborador vaticano.
Prevost fue uno de los hombres de confianza de Francisco en Roma, especialmente desde su rol en el Dicasterio para los Obispos. Comparten agendas clave: la sinodalidad, la protección ambiental y la crítica a «una Curia encerrada en sí misma».
Sin embargo, su nombramiento no estuvo exento de polémica. En 2023, fue acusado por una organización peruana de encubrir abusos en la diócesis de Chiclayo, denuncias que él y la Iglesia local negaron rotundamente. El periodista Pedro Salinas, investigador del caso Sodalicio, las calificó de «falsas».
Analistas anticipan que León XVI mantendrá a figuras clave del equipo de Francisco, aunque deberá abordar crisis urgentes: la escasez de vocaciones, la implementación del Sínodo Amazónico y la persecución de cristianos en África y Asia. Su elección, no obstante, es leída como un mensaje de estabilidad. «Es un reformista pragmático, no un revolucionario», señaló una fuente cercana al Colegio Cardenalicio.
Con su mirada puesta en las periferias y su bagaje transnacional, León XVI asume el desafío de guiar a 1.300 millones de católicos en un mundo fracturado. Su pontificado, ya histórico, promete ser fiel a un principio: «Escuchar antes de decidir».